La campaña del Leyma es histórica, por varios hechos. Ha generado ilusión, reflejado en grandes entradas en un Palacio que históricamente se sentía frío y lejano, no solo por resultados, sino también por juego, y ha sido consistente en toda la temporada, manteniéndose siempre en posiciones de privilegio. Es una bocanada de aire fresco al baloncesto gallego, por la posibilidad de luchar sólidamente por el ascenso a una Liga ACB que no hace tantos años ni conocíamos en A Coruña, y que viene de un club fuera de los históricos en Galicia.
Por encima de todo me gustaría destacar el proyecto, el proceso por el cual el club ha ido dando pasos pequeños, seguros, pero creo que muy bien dados. Y aquí hay que incluir a mucha gente, directivas, entrenadores, jugadores o personal del club para sobrevivir en su momento. Y, por supuesto, a las últimas directivas que han sabido dar confianza a ese proyecto deportivo, que es la parte más difícil de conseguir y la que más valor tiene de cara a seguir creciendo independientemente de donde se compita, que todos deseamos que en un futuro sea la ACB. Pero lo más importante es que sea con un club estable y en crecimiento estructural.